La realidad es “tozuda”, la utilización restrictiva de la política monetaria por parte de los Bancos Centrales no está dando los frutos esperados y la inflación sigue desbocada, tanto en EEUU como en Europa, lo que nos deja dudas en cuanto a la efectividad de la utilización de este tipo de herramienta para lograr frenar el proceso. Aún estando de acuerdo en la desaparición de los programas de compra de activos en un entorno como el actual, con la consiguiente reducción del balance de los Bancos Centrales, el fuerte incremento de los tipos de interés, concentrado además en un reducido período de tiempo va a producir efectos no deseados en la economía. Es más, si lo que hay es una tardía sobrerreacción monetaria, se podría generar una nueva crisis financiera añadida a la actual. Esta particular manera de utilizar la política monetaria con rápidos incrementos de tipos de interés puede convertirse en un gran error histórico, como ya ha sucedido con anterioridad: recordemos las decisiones de Trichet en 2008 y Greenspan en 2007.
Sabemos que la utilización de las herramientas en su justa medida es muy difícil, y opinamos que hay que incrementar los tipos de interés, pero nos parece una subida demasiado rápida e intensiva que infrapondera los perjuicios macroeconómicos que va a provocar en términos de caída del PIB y elevación del desempleo. Claro, habría que distinguir aquí la diferente situación económica de los grandes bloques económicos que conforman la economía mundial, EEUU y Europa.
No se puede delegar toda la responsabilidad en los bancos centrales, hay que analizar también y de manera detallada las posibilidades de utilización de la política fiscal y de rentas para tratar de frenar la escalada. El incremento del gasto público genera inflación y la subida de salarios nos lleva a la famosa espiral difícil de atajar, por tanto, el manejo de estas dos variables va a resultar fundamental.
En EEUU repiten situación histórica, pero su economía, más cerca del pleno empleo y positivamente afectada en cuanto a sus exportaciones, por la venta de energía a Europa, es posible que les lleve a encadenar subidas hasta el 4,5% ( ya se encuentran por encima del 3%) tasa que podrían considerar neutral en estos momentos, hasta que se normalice la situación y además aprovechar la fortaleza del dólar para sus exportaciones . La recesión “técnica” debería ser más fácilmente superable en el futuro, eso sí, ojo con las subidas de tipos que les pueden estallar en las manos durante el proceso.
¿ Y en Europa ? La subida de tipos ha sido más gradual , hasta el 1,25% en dos sesiones del BCE , a remolque siempre de la Reserva Federal y con una subida necesaria estimada hasta el 2,5% mientras se normaliza la situación. Qué peligro, con Putin afectando de manera significativa el precio de la energía y el horizonte de ampliación de la guerra a Occidente, el incremento de los tipos de interés no va detener la subida del precio de las materias primas y la energía, produciendo además un incremento notable de los diferenciales de crédito. Partiendo de un escenario post-pandemia con existencia de subvenciones a fondo perdido por parte de la CEE ,lo que supone un efecto expansivo fiscal y, añadiendo el peligro de traslación a los costes financieros de la elevada deuda fiscal acumulada por los países, esto parece “blanco y en botella”. La política antifragmentación del BCE va a resultar insuficiente y la crisis de deuda mezclada con estanflación puede resultar un coctel explosivo.
Soluciones, no creo en las limitaciones de los precios de las materias primas o las hipotecas, pero sí creo en el control del proceso de fijación de precios para evitar los abusos y especulaciones que siempre se producen en las situaciones de crisis, especialmente en determinados “canales de transmisión” tanto privados y públicos, difícilmente explicables.
Lo de siempre, necesaria mejora de eficiencia y productividad, la asignatura pendiente de este país.