La esperanza de que el incremento de la inflación fuera un problema transitorio provocado por una sobrerreacción transitoria de la demanda, después de un período con cifras anormalmente deprimidas por las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia, va desapareciendo. El incremento del IPC español, medido en tasa de variación anual, se ha  situado en el 5,5% en el mes de octubre, la cifra más alta en casi tres décadas. En EEUU el índice ha subido hasta el 6,2%, su peor dato desde 1990 , en la Eurozona el 4,1% y en Alemania, cuna histórica del “fundamentalismo” anti-inflacionista , el incremento ha sido del 4,5%, algo no visto desde 1993.

Los datos resultan evidentes y las explicaciones iniciales de este progresivo proceso ya resultan insuficientes:

  • por una parte, el incremento de los precios de la energía
  • por otra, la rotura de las cadenas de suministro globales , problema que dificulta la producción y, por tanto, genera un “shock” de oferta que acaba afectando también a los precios.

La explicación de la transitoriedad del problema basada en que el dato de la inflación subyacente se mantenía en cifras razonables, muy lejos de la tasa general, ha dejado de ser consistente porque sus valores han pasado en España de un 0,2% en junio a un 1,4% en octubre y se espera que su valor ronde el 2% en breve ( fundamentalmente servicios y bienes industriales no energéticos )

Los precios de la energía presionan al alza los precios de los bienes de consumo, los costes de producción y los costes de distribución. Por otra parte, las dificultades de suministro ralentizan la producción y ,por tanto, las ventas de las empresas, circunstancia que añade presión al incremento de los precios a causa de la disminución de stocks. Además el consumo privado, que supone el 55% del PIB, no ha crecido al ritmo esperado a pesar de la elevada bolsa de ahorro que se ha generado durante la pandemia.

Esta pandemia ha mostrado los «pies de barro” de la gigante economía mundial globalizada. En este escenario de la tan esperada recuperación económica, cogido con”pinzas”, la herencia de las cifras públicas, tanto de déficit por la utilización de políticas fiscales, como de deuda pública en relación al PIB , resultado de las políticas monetarias expansionistas de los Bancos Centrales, sitúa el foco claramente en la evolución futura de los tipos de interés.

Y lograr el equilibrio no es fácil, si la inflación se traslada a los tipos de interés , cosa que los Bancos Centrales deben impedir o moderar, retrasando progresivamente la reducción de los estímulos monetarios utilizados, el coste financiero de la elevada deuda pública existente se disparará peligrosamente ( ya vivimos en 2012 en Europa estas exageradas tensiones de la prima de riesgo en los casos de Grecia, Italia y España , entre otros )

Desvincular la evolución de los tipos de interés o intentar aislarla de la inflación es una tarea difícil y , además, mantener artificialmente el escenario actual de tipos cero o negativos es irreal. El manejo de un proceso  de incremento paulatino de tipos de interés, en un entorno deseado de tipos bajos, va a suponer el reto más importante para los Bancos Centrales de todo el mundo.

Ya vimos los peligros de una vuelta temprana a la austeridad fiscal en la crisis de 2008, al final se generó una réplica, una segunda crisis del euro, más fuerte y difícil de manejar que la primera . La solución tendrá que combinar flexibilidad y realismo para no comprometer la incipiente recuperación económica, en un entorno en el que el Covid no ha desaparecido y amenaza con una nueva ola.

En resumen , inflación descontrolada, tipos de interés irreales y recuperación económica rezagada, todo un cóctel explosivo a  gestionar en el año 2022, incrementado exponencialmente en el caso español por la existencia de un endeudamiento público y  desempleo muy elevados.

¿Podía haber sido mejor?  Y también mucho peor, hay que ser positivos y desde aquí doy las gracias a la investigación que ha sido capaz de facilitar la producción de las vacunas en un tiempo inferior al estimado y debería ser uno de los ejes de la reconversión futura a la que aspiramos.

También te puede gustar: